Hace sólo 40 años, miles de compañeros y
compañeras fueron amenazados y torturados. 30.000 de ellos fueron
desaparecidos físicamente, pero su recuerdo, su lucha y sus
banderas, son las mismas que levantamos hoy. Y es que en esos años,
trabajadores, estudiantes y el pueblo en las calles de nuestro
continente y en gran parte de todo el mundo, luchaba en las calles,
con el pecho en alto y con la certeza de poder lograr el cumplimiento
de aquellas reivindicaciones tan justas. Fue la libertad y la fuerza
de la juventud de entonces la que quisieron acallar, utilizando para
ello la fuerza represiva del Estado.
El plan sistemático de desaparición de
personas, estuvo acompañado de otro, igual de metódico. El plan
económico de la dictadura se sostuvo en base a la apertura
financiera y el endeudamiento externo. La deuda externa total,
pública y privada, que oscilaba entre 10-15% del PIB a comienzos de
los años setenta, llegó hasta un 60% del PIB en 1982,
desencadenando una fuerte crisis real y financiera que significó una
gigantesca transferencia de riquezas desde los trabajadores al
empresariado.
Para poder implementar estas
medidas regresivas, fue necesario disciplinar al pueblo. En esos
siete años de dictadura, se robó, se violó, se torturó y se
asesinó. Miles de activistas obreros, delegados, comisiones internas
y militantes que en su lucha aspiraban con otra sociedad, fueron
desaparecidas. La concreción del miedo fue el factor favorito a la
hora de despolitizar a la población entera y poder, de esa manera,
vender nuestra identidad a la clase poderosa, nacional y extranjera.
El anterior gobierno hizo
concesiones a reivindicaciones históricas del movimiento por los
derechos humanos y el pueblo, dejando que avancen algunos juicios,
pero la mayoría de los militares sigue impune y hay juicios que
todavía no avanzan. Por decisión política, como el caso de las
leyes de obediencia debida y punto final, o la designación de César
Milani frente al Ejército; por la desaparición y asesinato de
compañeros y compañeras, como Julio López o Mariano Ferreyra, la
democracia sigue debiéndonos respuestas. Es por esto que es tan
necesaria la lucha y la resistencia, todos unidos en un mismo grito.
Nuevamente, en este último tiempo, la
persecución a los trabajadores se hace carne con el “protocolo
anti represivo”, indispensable para intentar acallar cualquier
reclamo y cercenar la lucha a través del ejercicio de la violencia
física y el abuso de poder de las fuerzas de seguridad del Estado.
Asimismo, la presencia del
ex JP Morgan, Alfonso Prat Gay, al frente del Ministerio de Hacienda
de la Nación, es un ejemplo del plan económico que propone el nuevo
gobierno del PRO. Un plan basado en el disciplinamiento de la clase
obrera y el enriquecimiento de los sectores empresariales, de la mano
de la caída del salario real y el incremento del endeudamiento
externo. Los despidos y tarifazos buscan trasladar el costo sobre los
trabajadores y así liberar fondos para un nuevo ciclo de
enriquecimiento financiero.
Por todo esto, este 24 de marzo debemos estar
unidos en la calle, para demostrar que la sangre de nuestros
compañeros y compañeras no fue derramada en vano, que seguimos
emprendiendo las mismas luchas que hace 40 años mientras nos
comprometemos a mantener viva nuestra historia. Acá estamos los que
no perdonamos, los que no olvidamos y los que no nos reconciliamos.
Este 24 de Marzo marchamos
junto con el Encuentro, Memoria, Verdad y Justicia
SEGUIMOS LUCHANDO CONTRA
LA IMPUNIDAD DE AYER Y DE HOY.
30.000 COMPAÑEROS
DETENIDOS- DESAPARECIDOS ¡PRESENTES!
JUNTA
ATE MECON
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